La Voz de Galicia. Ana de Antonio 16/12/2009
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Base Americana de Loran |
El
farero de Estaca de Bares, en el Concello de Mañón, ha redactado un
proyecto para recuperar la antigua base militar, en ruinas desde los
años noventa.
Lleva tiempo pergeñando
un proyecto para la antigua base americana de Estaca de Bares, en el
Concello de Mañón. Pero fue cuando escuchó la palabra derribo cuando se
puso a teclear lo que en su opinión, respaldada por la mayoría de los
vecinos, convertiría la herencia americana en uno de los atractivos
turísticos más importantes de la provincia.
Eugenio Linares (Oviedo,
1953), es el farero de Estaca de Bares desde
hace 28 años. Conoce el
terreno como la palma de su mano y tras todo este tiempo custodiando la
zona ahora puede poner sobre el papel el mejor aprovechamiento de la
antigua base americana actualmente en ruinas, cuyos inquilinos
abandonaron la localidad a comienzos de los años noventa.
Para justificar su
propuesta, este técnico en sistemas de ayuda a la navegación deja caer
un dato que habla por sí mismo: en un solo día de agosto del pasado año,
el lugar más septentrional de la península, donde el mar Cantábrico y
Atlántico se separan, recibió 1.200 vehículos, lo que hace pensar que en
un jornada al menos 2.500 personas se acercaron a este impresionante
rincón. Un rincón, sin embargo, que carece de los mínimos servicios y
mucho menos ofrece al turista otra cosa que no sea su propia naturaleza.
Es por ello por lo que el
proyecto de Linares, que descansa en escritorios del Ministerio de
Defensa, Medio Ambiente, Fomento, varias consellerías y el Concello de
Mañón, empieza por habilitar un aparcamiento, ofrecer servicios, crear
un gran museo, dos miradores, un paseo marítimo y un área recreativa,
una actuación que podría llegar a crear alrededor de media docena de
puestos de trabajo.
Demasiada riqueza oculta
Linares lo tiene todo
pensado. Cerca de la mitad de las dependencias que forman la antigua
base estarían destinadas al museo de Estaca de Bares. Un lugar que
recogería la historia de un espacio «que acumula restos de un antiguo
castro, del paso de fenicios, romanos, mantiene parte de los cimientos
del antiguo faro -el actual se levantó en 1850- y cuenta con una
impresionante riqueza geológica y de flora y fauna». Riqueza que en
ocasiones los visitantes no conocen y «algunos arrojan piedras por el
acantilado sin percatarse de que pueden formar parte del castro allí
ubicado, de un asentamiento megalítico, del primitivo faro de época
prerromana o de una atalaya ballenera de tiempos remotos», explica el
farero.
El escritor Higinio
Puentes «estaría dispuesto a exponer en el museo los naufragios
ocurridos en la zona», asegura. «También se podría relatar los detalles
del hundimiento del submarino alemán junto al faro o las formas de pesca
más comunes en la zona».
La galería se extendería
al otro lado de la base, cruzando la antigua cancha de baloncesto de los
americanos. «Nudos marineros, conchas de la ría, oficios
tradicionales». Ideas no le faltan para el museo, que «sin duda debería
dedicar un espacio a los americanos que estuvieron aquí. Muchos de ellos
vienen en verano para enseñar a sus familias el lugar en el que
trabajaron durante años. Estarían encantados de colaborar en este
proyecto».
Linares cree que la
habitación que los antiguos inquilinos utilizaban para jugar al squash
es por su altura el lugar perfecto para habilitar un mirador
acristalado. Y otro exterior para los días soleados.
Productos locales
Sin dejar de repetir
«esto hay que recuperarlo, todo», el farero de Estaca señala otras
dependencias, también en ruinas, que podrían convertirse en aulas
didácticas en las que impartir cursos o conferencias, una oficina de
turismo, una pequeña tienda en la que adquirir productos locales o un
espacio en el que llenar el estómago. Todo ello conectado por una
pasarela de madera de unos 600 metros que enlazaría la base con el faro.
Además, el proyecto incluye un aparcamiento y aseos. Muchos visitantes
«buscan entre la maleza un lugar en el que hacer sus necesidades».
Actuación sostenible
«No se trata de cargar al
Ayuntamiento de Mañón, tampoco a ninguna consellería». Este proyecto,
asegura, «se puede llevar a cabo de una forma sostenible». Explica que
«si en el aparcamiento se cobra un euro y otro en el museo, además de
ahorrar energía aprovechando la luz natural e instalando paneles
solares, sería asumible pagar unos mil euros a cada trabajador».
Además, la tienda de productos locales «podría activar la producción y economía del municipio».
Ahora que llega la Navidad, «a ver si
nos toca la lotería y la administración nos concede este regalo. Sería
la oportunidad del municipio»
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